jueves, 27 de diciembre de 2012

El precio de la fama

Estaba a un paso de la fama. La muchedumbre clamaba mi nombre a voces, agitando los brazos en estado de total admiración, y las luces parpadeaban a mi alrededor en coro psicodélico y sin ningún tipo de ritmo o consonancia. Podía sentir el viento en la cara, ese aire perfumado con el triunfo de la fama. El público, a mis pies, clamaba por el súmmum de mi actuación, y yo no podía defraudarles, pues estaba a tan solo un paso de la fama. 
Salté del edificio y me dejé arropar por aquella maravillosa sensación, que me acunaba en el aire como las manos de una madre, mientras la gente gritaba ante la magistral conclusión. Cada vez estaba más cerca de ellos, de mi gente, de mis fans. Por fin estaba siendo reconocido.

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