martes, 5 de marzo de 2013

The Possession (el origen del mal)


Vale, lo reconozco, esta vez estaba más que predispuesto a que el filme me gustara. Ya sólo con el respaldo  del respetable nombre de Sam Raimi a la producción (Ghost House Pictures), merecía un poco de atención (giraré la cabeza a fiascos, en mi opinión, como su trilogía de Spiderman) por mi parte. Primer paso dado. Luego llegó la sinopsis, y allí me encariñé un poco más; posesiones (valga la redundancia). Aunque es un tema trajinado hasta la saciedad, siempre va bien comparar y ver quién aporta más originalidad o no a un género que últimamente me sabe a poco. Por eso les doy un voto de confianza. Bueno, pues dicho esto, empezaré argumentando los motivos que me han llevado a desear volver a ver el largometraje, a saber, unos sustos que, aunque esperados, son verdaderamente escalofriantes, un ente/ser/demonio que me resultó fascinante, no sólo por la repulsión que me creaba, sino porque consiguió que, aquella misma noche, encendiera las luces para entrar en el cuarto de baño. Muy espeluznante (sobre gustos, colores).
Así mismo, otro punto fuerte, en mi opinión, de la película es que esta vez la temática gira en torno a la religión judía, un punto a favor considerando toda la parafernalia cristiana a la que estamos acostumbrados en esta clase de género. Sorprendente el exorcismo, que lejos de parecer ridículo por sus histriónicos gestos, consigue atrapar al espectador desde el primer momento.
Hay cosas a mejorar, como todo en esta vida, pero prefiero quedarme con el buen sabor de boca que me dejó The Possession y alejarme de tanta pedantería cinefilocrítica que hay suelta por ahí.
Ale.

Valoración 7/10

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