De enclenques protuberancias hiladas se sostiene,
mas su mirada libre anda, maliciosa, suspicaz, indomable.
Alguien de ominosa voluntad decide su destino,
su vida a tan sólo un corte de tijeras,
mas su mirada libre anda, maliciosa, suspicaz, indomable.
Y esos ojos descarnados,
cuencas que no son más que agujeros de perdición,
inquietan y perturban, y alejan la mano que mueve los hilos.
Más allá del cuerpo y de las ataduras celestiales,
el alma reflejada en la mirada es la voluntad más indomable,
y no hay hilos, cuerdas o dedos que logren encauzar la enfermiza obsesión
de la marioneta que únicamente desea amar.
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