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lunes, 18 de marzo de 2013
Murphy
Se levantó tarde; el despertador se quedó sin pilas.
Al ir al cuarto de baño se encontró sin papel y sin cepillo de dientes. El agua, debido a unos problemas con la luz y temas técnicos de caldera, se negó a calentarse (para ponerme cachonda estoy hoy, hubiera dicho con cierta ironía). Bueno, a otra cosa.
Cogió la bolsa de basura y, debido al peso que había acumulado la noche anterior, se rompieron las asas con un triunfal chasquido y el suelo se alfombró de cáscaras, peladuras, tomate y restos de pasta. Bufó (todavía era pronto para empezar a cagarse en alguien). Al salir a la calle, que de normal estaba desierta, comenzaron a cruzar por delante de él decenas de coches, sin llegar a pararse del todo para dejarle pasar. Cinco minutos de espera en la acera le cabrearon hasta el punto de mandar a todos a la mierda. Al llegar a casa quiso ponerle remedio; se enroscó una cuerda alrededor del cuello y anudó el otro extremo a la lámpara.
Al pegar el salto cayó de bruces contra el suelo; la cuerda llevaba mucho tiempo podrida...
Etiquetas: terror, miedo, microrrelatos, Helyndel
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