lunes, 8 de abril de 2013

En las puertas del Valhalla


Me acuerdo de los Gigantes,
del tiempo del renacer,
donde no moraban hombres ni mujeres,
un Imperio destinado a caer.

En las playas ni olas ni arena,
un vacío existencial,
la Eterna Lucha quebró el mundo,
llegarán los días del invierno glacial.

Él alza su martillo con gesto triunfal,
el Árbol de la Sabiduría se desplaza en la corriente,
no hay ondas de razón en el Aeva,
el can ruge hacia el sol poniente.

De todos nació el fuego y la sombra,
azotando al enemigo con rugidos de ira,
teñido el horizonte con llamas de guerra,
las valquirias descenderán para probar su valía.

Dispuestas están las mesas en el Gran Salón,
trompetas y cantos para los muertos,
los cuernos saltan de mano en mano,
y un amuleto sediento de nuevos versos.

Dísir de increíble belleza,
que hechizado me encuentro en el Lago,
si de tal hermosura es la Muerte,
gustoso estaré de ofrecerle mi mano.

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